jueves, 2 de mayo de 2013

Soul.

En mi cabeza, en mi mente, la batería se va agotando y la escasa fuerza que me queda la malgasto dando tumbos para protegerme de la lluvia, una lluvia fría y pesada que cala directamente en mis circuitos, distorsionando la realidad y el paso del tiempo...

La gente alrededor se mantiene en la linea que nadie espera cruzar, los jóvenes siguen corriendo detrás del balón, las parejas en la esquina se dan su primer beso e incluso su ultimo dios, el anciano sigue leyendo el periódico con atención, el poeta y soñador siguen escribiendo versos en una pequeña agenda que guardan con recelo y yo me mantengo sentado esperando el único tren que me saque de aquí.

Hace tiempo que las cosas volvieron a cambiar, el rumbo que toma la vida sigue siendo el mismo y eso nos da igual, el tren que cogimos nos llevo al destino que mas deseamos encontrar y allí  una vez mas, no pasa nada, aquellos deseos de darnos de cruces con algo que cambiara nuestra vida nos llevo al mismo final, los niños siguen jugando, las parejas siguen amando y odiando, el viejo sigue la actualidad y los poetas y soñadores se inspiran con el sonido de las gaviotas al volar, y yo, yo sigo siendo el mismo.

Quise volver a atrás, deshacer lo que había escrito con mis propios pasos y romper lo establecido, pero lo logre demasiado tarde, por el aquel entonces todo había cambiado, los niños ya no juegan al balón, cerca de aquel campo de fútbol hay un montón de latas y botellas de cerveza, la esquina se había convertido en un paraje demencial donde yonkis y prostitutas pasean a sus anchas con la única esperanza de llevarse algo a las manos con los que saciar sus vicios, ni rastro de las pintadas y declaraciones de amor escritas en la pared, los kioskos y estancos están cerrados por lo tanto los pocos ancianos que quedan se pasan las tardes jugando a la petanca sin ni siquiera hablar y los poetas y soñadores han desaparecido, y en su lugar solo quedan esas pequeñas agendas y libretas tiradas por el suelo, como un destello de que tiempo pasado fue mejor y de que no queda esperanza, aquello que guardaban con tanto anhelo queda expuesto a todo el mundo como el ultimo regalo que la humanidad nos podría dar, y yo, sigo esperando que el tiempo mueva ficha en esta interminable partida de ajedrez.

Recuerdo coger algunos de aquellos cuadernos tirados por el suelo y leerlos detenidamente intentando comprender cada uno de esos pensamientos rotos e intentar estructurarlos como si de un puzzle se tratase, e inventando mil y una historias en mi vacía cabeza.

Uno de esos cuadernos me llamo mucho la atención, en la primera pagina había escrito unos nombres y en la siguiente un titulo con una caligrafía muy cuidada y limpia en el que decía "Soledad", y, que por suerte o por desgracia, todas las demás paginas seguían en blanco, una tras otra, pero que formaban parte de la gran obra maestra que acababa de encontrar.

Con el paso de tiempo me di cuenta de que quizás esta ciudad tenia mas historias y vida que contar, que era algo completamente diferente a lo que yo veía pasar, que estaba ciego y que no supe enfrentar la realidad.

Fue entonces cuando, buscando entre mis recuerdos encontré un cuaderno, un cuaderno llamado "La historia entre tu y yo" que me hizo viajar en el tiempo y recordar que yo también fui un joven que daba patadas a un balón, un joven que se enamoro y que grabo su nombre en la pared junto a su primer amor, que tras pasar la tormenta se volvió un bohemio soñador que escribió lo que la vida doy de el y que maduro convirtiéndose en un adulto que leía el periódico esperando noticias de que mañana habría un futuro mejor.

Aquí ya no pasan trenes, y el tiempo se ha detenido, no queda rastro de nada ni de nadie, esta ciudad se enterró a si misma y yo con ella, una moraleja macabra, yo siempre fui la ciudad y siempre me encerré a mi mismo.

Hacia tiempo que no llovía, y ahora mismo me pregunto que hago escondiéndome de este diluvio debajo de un tejado...

Salí de nuevo a la calle, dejándome empapar, la poca fuerza que quedaba se desvaneció con las gotas de lluvia al golpear el suelo, un cortocircuito recorrió todo mi cuerpo y con ello el ultimo crack de mi corazón.